Abrevio. La noche tiene entre salinas a Cifuentes,
remaches y tensiones. Anoche. Apenas un turbio Dónde y Neutral anduve un
paisaje de espesos grises, estrujaba un cuerpo sin cabeza, y contra la pared de un castillo
implicado en los verdes posé la espalda, froté la pelvis. Y caminaba hacia un
sitio concentrado sobre mis cosas escritas, entre los vapores y el sabor de lo
que ayer transitó inadvertido. El cuchillo manchado de tuco sobre el plato portugués,
la jarra verde con lavandas secas sobre el estante, la bolsa de ACME en el linóleo.
Algo. Arrugas en la noche –porfiaba yo- se hicieron pliegos en las sábanas,
bajo la caricia de una hinchada vejiga goteando vino en La Historia. Y al
momento, cuando irrumpió el aguacero debí haberlo puesto todo en orden: el
ruido blanco del aire acondicionado, pasada las *:30, el mismo centro de la
cama, las irremisibles ganas de orinar, la palabra XESTES.
No hay comentarios:
Publicar un comentario