Ivan Fandiño |
Uno
no sabe por qué. Las veces son una. Y se contará luego que fue el 53. Y en cábalas
y en rezos alguien lo habrá visto o lo vio y nunca le avisó a Fandiño. Y si lo hizo,
en revoleos, amarillos, un descuidado instante -así es el descuido- Provechito,
cinqueño largo, solo hizo lo que hubiera hecho Fandiño. Entender la muerte. Como
la reata que la cabalgarán a algún sitio, y en memoria de ambos la pondrán en el
altar del esputo, y quedará, tal vez ante un último provecho, para las
rondadoras moscas.
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