Painting (1946) y Francis Bacon |
Al
venírsenos encima, deformados mastodontes por cincelar, Bacon. Cabezas, grosor,
los grises en redondeles, casi abortos o, por ello, habladuría de otra conversación
menos lacerante. Los colores, por ejemplo. Se asume que tendrían que bajar el
cogote como todo recién nacido rotor la risa, visitar en escuadra los detalles
más lejanos. Y después otra lectura. No se asume triunfo, envergadura,
hundiniformidad, el rojo. Más bien, el olor muestra su tocino quemado, la insidia
se recrea, amplifica los prados, donde el viento (agujero) zurce los apéndices
igual al agua sobre el tremedal de estas reses que cabecean, inquietas, desde
que nos han oído llegar.
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