sábado, 3 de junio de 2017

Las reses de Francis Bacon


Painting (1946) y Francis Bacon

Al venírsenos encima, deformados mastodontes por cincelar, Bacon. Cabezas, grosor, los grises en redondeles, casi abortos o, por ello, habladuría de otra conversación menos lacerante. Los colores, por ejemplo. Se asume que tendrían que bajar el cogote como todo recién nacido rotor la risa, visitar en escuadra los detalles más lejanos. Y después otra lectura. No se asume triunfo, envergadura, hundiniformidad, el rojo. Más bien, el olor muestra su tocino quemado, la insidia se recrea, amplifica los prados, donde el viento (agujero) zurce los apéndices igual al agua sobre el tremedal de estas reses que cabecean, inquietas, desde que nos han oído llegar. 

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