IGNACIO ZULOAGA Y ZABALETA |
Llueve.
O. Hay una nube desparramada y, por encima, el vago olor del txantxigorri, la
silueta del monte -flota verde- hecha un tomo para una rabia celular. Arriba.
Cuenco que implora por el arroyo sus sustancias quinésicas en nombre del rodar.
A veces
Un
poco más adentro del momento, el horno abierto y la erótica devaluada, abrevia
y sin quererlo la redondez sobre la redondez del plato se queda futuro, informales
dulzores que dejan -en ciertos caseríos- estos bosques antes de morir.
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