miércoles, 4 de octubre de 2017

El desvío en las almejas (Oyster Bar, Grand Central Station)

New Yorker Magazine


a)
El desvío en las almejas se contrae bajo el limón. Por el bar, el ruido de los vasos rechina desde que han puesto a tocar una guitarra (tartamuda) por los parlantes. Es más, acaba de chirriar el tren (4) rumbo al Parque Central, y en la cartera de una mujer se acaba de encaramar otra mujer, explícito momento en el que espero a otra mujer, a la que después que llegue le diré como he pensado mutilar el desvío.

n)
Y queda una línea establecida, el cuello de algunas almejas al borde del filo, los zumos de un abismo incoloro en cada gesto que se levanta sobre las pérdidas, este sitio, la voz de gente que llega. Sobre una selecta bitácora procuro, contrario a toda teoría, esperar que algo suceda.

l)
Horqueteada la gente pasa. Desde esta banqueta se lanzan en dos, piernas, estrechuras, las ondas, los pasos, el rumbo que va hacia el gran salón de Grand Central Station, eco, dobladillos cuando la gente se roza.

s)
Aparece la frescura. El cítrico de la mar tal fricción o creo ha entrado un relativo aire cuando han vuelto a abrir una puerta. Y dentro, el ruido. Sin romper los brillos de la carne, una almeja levita sobre una copa de albariño. 
  
4)

Dando sánsaras la única mosca en el bar a medio vuelo se detiene. Un escotoma por la luz hasta el meollo, escribo, ahí, milagroso, esconde parte de mi existencia. ¿Qué le diré a la mujer cuando entre? ¿Invertidos los lunares de su vestido me gotearán? ¿Sabré doblar mi voz en esta íntima película?  

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