سفينة نوح | תיבת נח | Noah’s Ark |
Abedul. De
abedul sueco el carapacho de esta mesa. Blanco. Kon-Tiki. De oeste a este en la
cocina navega en el gotear del grifo. A la deriva, hacia las sombras de afuera,
los estorninos desesperados se revientan entre el verde del moral en busca de
un intestino mayor que los imante. Al borde:
1- La tacita
Limoges color Luis XV. Todavía tibio el café en el fondo un último sorbo.
2- La servilleta
doblada por si necesito usar su otra cara para la mía.
3-Una cuartilla
en proa. Allí delineado en cúfico un versículo personal para las noches de
tormenta. Y las palabras alboroque y cenefa como dos flores en la soledad: una
rosa de Schiras para el cuerpo abierto del mediodía y tulipanes de Konja para
el afloje de las olas en la tarde.
4- Y la
correspondencia. De Isabel la factura del psiquiatra, las fotos de su hijo, la
cuenta de la tarjeta de crédito Discovery patente después de un largo periplo de
compras por Sears, Walgreens, Path Mark. Y cupón de consuelo de un 30% todo el
papel higiénico Scott que desee hasta el 3 de septiembre del presente. Yo por
suerte, hoy, nada.
5- La cámara. La
cámara dentro de su estuche negro. Capaz de 3000 fotos digitales. Dormida igual
que una leona marina, espera.
6- Al lado de la
cámara, el vaso. Vidrio mejicano. Fácil de agarrar por su diseño. Boca ambiciosa
y estrecho de culo.
7- Un rollo de
papel aluminio. Atravesado en el medio de toda esta travesía. Servirá para algo
su plata y su peso, me lo juro.
8- Babor. Tres
pares de espejuelos: dos de sol y uno para leer. El de leer parece leer el
abedul absorto. Uno de sol desde una cara invisible me observa al revés. El último,
el de Isabel, reposa sobre/entre una banana pintona y un cartucho plástico con
dos croissants. Todo junto será un catalejos.
9- La lámpara. Popa.
Veinte años en el mismo sitio. La misma noche y la misma estrella desprendida
debajo de la misma nube. Faro cuando esta mesa alguna vez fue isla. Luna cuando
el abedul alguna vez fue árbol.
10- El robot y
la caja de lápices de Damián. Debajo de la lámpara. El robot mirando a Meca.
Los lápices con sus cabezas perdidas -boca abajo- esperando el vaivén del trazo.
11- La Biblia de
Estudio/ Mundo Hispano encima de dos años de mi correspondencia. El marcador (Exodo
25: 31- 40) cuelga rojo del oropel como pene de pato. Y encima de la biblia, mi gorra de Prana,
verde, sudada su visera de capitán.
12- Y mi
computadora. Manzana iluminada a estribor. A ella regreso en este abordaje a
morder el correo electrónico de Ka. De
quien extraño su aceleración por las aguas movibles hasta mi brazo, gramática, expulsión, arca perdida de los protistos.
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