En la tarde de un súbito reino. Facón lubricante de carne su lunar dominio. Junto a él, sien, argollas, duda, sus miembros debajo de la piel de la esclava, le ofrece abrir los ojos. Hija de dorados. Estrecha palabras, y sin quejas, menciona su nombre, y él, ve su sombra sainada en la de ella. Una fruta arribando por los deseos. Hija de un arraigante árbol de gente de hirsutas verrugas y cuerpos listos. Y aquella tarde ella piensa lo necesario. Lo imperativo que tiene que ser olvidar algunos cuerpos si nos traen la vida.
sábado, 12 de noviembre de 2016
En la tarde de un súbito reino
En la tarde de un súbito reino. Facón lubricante de carne su lunar dominio. Junto a él, sien, argollas, duda, sus miembros debajo de la piel de la esclava, le ofrece abrir los ojos. Hija de dorados. Estrecha palabras, y sin quejas, menciona su nombre, y él, ve su sombra sainada en la de ella. Una fruta arribando por los deseos. Hija de un arraigante árbol de gente de hirsutas verrugas y cuerpos listos. Y aquella tarde ella piensa lo necesario. Lo imperativo que tiene que ser olvidar algunos cuerpos si nos traen la vida.
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