El puente George Washington (22 de diciembre de 1936) |
Tan pronto creo “que no haya soledad” el cuero
en mi cabeza su perfume desprende líquidas caspas hasta la acera bajar al
desagüe. Las improntas y su dejadez. Esta calma (dentro) embarrada conmigo, pedazos
en el rupestre tránsito que aparece en la Ruta 4 en dirección al puente GW. Y la
ceja encajada por el resto del agua porque no supo llover en esa sombra de una
banda de revoluciones que aspiraba cruzar el Hudson. De este lado, fricción,
ambulante, en sus excesos, Mi Peso converge con la nieve. Y en ello, riesgos y
primicias, trasmutan las rondas el drenaje de estas células en El Canto.
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