Era Showa |
Los dos íbamos
un soplo la vida, cabizbajo aquel verano no hubo tientos, las telas doblando hacían
una ventolera atrás en los vestidos estrechos, las chicas con un poco de miedo
siempre reían, pero sabían reír, y después vienés, El Café, cada uno esperaba
la crema mermase. Recuerdo que te vi, y eras aquella roca, la belleza, el
estupor que llevamos todos, tu pelo perfectamente cortado, y cuando levantaste
el peso hacia tus labios no hubo otra Era ni ningún vienés que volviera a atreverse
a cruzar esa barrera. Te vi mirar hasta el otro lado del parque y temí no
volver a estar en otro momento mayor. Y lo supe. Y sostengo, todavía, que al
llevarte a los labios la taza pude haberte avisado que desgraciadamente ibas a
mancharte para siempre.
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