Derek Walcott |
De regreso Derek Walcott, olor a otro, me
persigue en el baño, la figura que simula un pez y que en sí nada que ver con
las aguas, es una entrega ígnea de colores incongruentes en la cortina del ser.
Y si a algo huele es a jabón fresco. A la
toalla anaranjada que una semana encharcara. Igual, cabecea de mal humor
chasqueando la lengua. Y al abrir el refrigerador, témperas, el resto de la
leche domada, y los huevos al lado del ajo, convertidas almas en posibles
digestiones, se desconectan, bajan tras predichos y eventos que preceden al bocabularrio
del tweeting.com y La Maldición, el Mucho Antes, mucho antes que llegara el Mar
Caribe y El Verbo fuera carne.
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