Me siento. Y nada en este anzuelo
que pueda iluminar el mercurio
del esqueleto o ripie proporcional
mi muerte con la forma de un regreso?
Sobre la mesa:
el florero, sal y pimienta,
los palos coreanos,
una copa probada
el tenor del alevinaje,
limón (murciano).
Yace frente a la oferta,
descamada,
la iris del cardumen.
Rosado y asincrónico,
le han cortado las aletas.
Y la espiral del agua,
sin escándalo ni asombro,
tiene por encargo
el disco de un plato
portugués, y mis parsimonias
alvinas.
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