Viceral leishmaniasis |
Dos cachetes de mojamas la tarde enciende. Abruptos, flebotomos y perdices sortean el abandono. Y al caminar, escucho calar el nombre de una fiebre, pronunciar el momento de otra piel. Y muy cercano, donde menos aparentan doler los padeceres, revolotea, sin ningún fin, una manga de cacofónicas úlceras.
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