Voy soñando en Sevilla una tarde ardiente. Dos manzanillas frescas
Debajo de un plátano enano. Tres palmotean. Uno canta. En las honduras
Los gorriones se me esconden. El eco de estas cosas se me esconde.
2
Que conste que sobre una letra ponderó por días.
Afuera las cosas oscurecieron. Mas bien se vistieron
De un cierto blanco sobre el blanco de los olvidos.
Le apareció el aroma, casi el sitio exacto de una posible
Olla, algo semiredondo. Tal vez de fruta a carne
Un trillo olvidado de una fonda tal vez en Extremadura.
En la palidez de ciertos rayos, en esa tormenta
De muchos tormentos de palabras, divisó la silueta
Acostada en su lengua. Le temblaron los ojos,
Y aquello le fue bajando hacia las manos.
Le puso la mano en la cadera como queriendo aguantar
Un jarro de agua fresca por el asa de la memoria.
Algo parecido a la luz le iluminó la mano
Quieta sobre la cuartilla.
Oscar Bulenda
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