16 de junio y el 2011
Por la ventanilla del autobús cuento cinco cedros, cuatro plátanos gigantes, dos arces preciosos, y, en uno de ellos, una ardilla que baja por una rama. En un instante, como si bajara por un tornillo, desaparece y aparece, cerca ya del cemento, cabeza abajo. Un salto y el horizonte del arcén. Cinco saltitos (ladrones) y la cebra.
El automóvil le pasa por encima en verde. Su silueta queda perfectamente estirada en el blanco de la cebra. No queda ni la más mínima evidencia de un accidente. Y ninguna señal que tuviera órganos internos.
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