martes, 14 de junio de 2011

Sierra

14 de junio y el 2011

Se me olvidan los nombres, las fechas, los tiempos superfluos. Las líneas asociadas con la conversión de los árboles. La recta del viento que mueve las hojas y hace que uno eleve la vista. Se desaparecen, momentáneos, los nombres en el escondrijo de sus esencias. En el misterio de la forma. Se quedan ahí, atrapados, esperando que yo llegue. Ese esfuerzo por devolver. Recuperar. Nombrar. Es un regreso a los protosueños. O. Y. Una línea que me aleja de la superficie de mis cosas. Agua estancada. Y como todo espejismo, me acerca a la esencia de lo que alguna vez pude haber sido. 

Y. Levanto la vista. Lo que puedo ver es una sierra nevada. Capucha blanca. Cielo azul. Y. Si agudizo el oído, a lo lejos, escucho una sierra que me corta algo (desconocido). Vibra. Desmiembra. Y. Cuando cierro los ojos (cómo temo) lo que viene hacia mí es una niña. Bucles y vestido largo. Es Sierra. Tan real que no creo es ella. 

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