El oleo, abajo
su candor cuando bajo el pie, su asunto otro como todo asunto, un roto de pie, pie
de rey, una honda descalcificada cuando a los labios abro el árbol a la luz, a las cosas penetradas, y lubrica. Y otro el
resbalo, el conteo de llevar con uno un trasiego sin dones, y hasta allí donde
se es carne, solo silueta y montones de urdimbres, esta condición rosada y paralítica.
Tan mía como tan toda nuestra. Aquí, tenue, cuando levanto el pie al cruzar
la calle.
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