La chucha. Aguas. Génesis 2:18 a una gota del olvido. Por. Sin ni siquiera explicación. Y quién con quien quisiera. Ir a los siete rodantes dados que suman la edad. Mártir sin apenas darle bienvenida al juego de las estrellas a la hora de. Y. O. Uno respira. Después ese buen ruido de las cosas que chocan en los extensos herbazales donde Raúl Ruiz tiene una fiebre incontrolable provocada por una falta de prenicilina y en su hotel (nos) pone en cola para que se examine la provocación, el ezyerminio, las coincidencias oscurecidas, el tampón de la era.
De vez en cuando chucha. Como si un toro a sus astas detuviera en el forcejeo de un diestro que repecha contra la (in)tranquilidad que ofrecen las tablas. Un doblaje. La piedad del rasgo pulirá aunque no estés. Ni siquiera la expectativa. Lo que queda es meterse, profundizar, como si esas pedantes extraordinarias se dieran para el aroma de la carne agusanada. El forcejeo de las mucosas. O sea. Un olor insoportable a comida china en la noche aborda mientras la cosa avanza sin que b = nadie lo perviva.
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