Snow White (15.11.05) Gerhard Richter |
Es la cuenca. El cuerpo en brazos de un hoyo. Un hoyo con olor a café. Aromas fortificados en espera de la luz que no llega. En la esquina. Donde espera la gente sigue pasando con disimulo Ramoncito, el ladrón, con la cara de un niño roto desde hace siglos.
Es la nieve que no se va. Un estanco lleno de papeles- y el tabaco picado debajo del techo- se canta así mismo con las aguas que no han dejado de caer entre todas las páginas publicadas hoy. Esa luz le pertenece al papel. El tono. Algunas cosas tomadas de los cadáveres que coincidieron- ayer- en la morgue y han confundido las noticias con el hojear de los diarios al aire.
Es que baja tras el agua un huevo vacío, un frijol verde claro y sin futuro, una rosca que no dejaba transitar nada, y un mogollón de tarecos que se acumuló en el espacio entre compendios de cotidianas historias.
Es este blanco en el baño. Dos gotas simultáneas se estrellan y se oye solo una. Y otra alarga su agonía. Queda un lagrimón colgado mientras la palanca jalonea un diluvio de mierdas.
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