Pongo tal bachillería al cerezo que pasado de alboroto comienza sin disculpar al peligro, pasa un salto, ignoro su templanza cuando profesa al verde necio retoño, boca que dice un hoyo, un pelo, un poco blandura y prudencia al oficio ejecutado en pos y mediodía, y a su naturaleza al polvo en alto (inigualable) trina un “pájaro”, desconsolado jazzista, sin repetir nota o cautela y sin pensar nido o proporción u- (ocasión)- donde pensaba vivir por vez, esta vez, primera, y al menos porfiar.
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