Aquí. En el mapa o sea en la caoba. En el bar del Hotel. El paño mojado deja en su espejo el océano de un tirón; y el barman, al estirar el brazo, Protisto y Verbo, exhumados en un instante, al brillo vuelven. Aquí. Mi rostro entre tanto. Éter. Pues qué desea el Señor sino un Martini revuelto, bien seco, y solitaria aceituna.
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