viernes, 2 de enero de 2015

El deseoso (Socotroco)


George Grosz, Porträt des Schriftstellers Max Herrmann-Neiße, 1925 

De socotroco lo agarrarán varias veces y sin que lo sepa. Le quitarán hasta los poros de los huesos por suscribirse a la herrumbre de sosos y héroes que alguna vez leyó, pues tiene códigos cicatrizados en lugares inaccesibles. Nieto de torturadores, hijo de abofeteadora y banquero, sabe acomodar lección de orgullo a los orgullosos, sopa de gallina a los gallos. Tiene esa magnitud que nombra sin que lo llamen. Presente en ángulos diversos se abstiene, su mano- dolor- sale para acertar cuando la condición es mortalmente necesaria. Será por eso que tanta gente lo odia y desea. Lo evitan en las reuniones. No pasan del buen día o un apretón de mano en retirada. Y en cualquier día de lluvia, después de algún furtivo encuentro, cara brillante en la vidriera, el café bebe con firmeza. Se le ve aguantar, pierna cruzada, la tacita con la izquierda y devolverla a la mesa en total silencio.

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