domingo, 31 de diciembre de 2017

7 Haikus Libres

Snow White 17/100 (2005) y Gerhard Richter

1
El frío despeja. Sin

Embargo El Moral.

2
Luenga rueda

La nieve rompe.

3
Quiebra, además

El olor del frío.

4
Debajo deshace

El paso la nieve.

5
Repetición y la luz

Un sorbo o hielo.

6
Un copo y otro

No pueden sumar.

7
Un año tras otro

no saben sumar.

sábado, 30 de diciembre de 2017

Brevedad y repugnancia

Snow White  60/100 (2005) y Gerhard Richter


Acá. El momento recaba su follaje de angostura. La nieve se vuelve paso (doble) y su rastro llega por el alcantarillado y el rodar de los autos. Un hueco. Un centro. Sumergido. Un restar de susodichos (amores) doquier la sombra escapa juntando ruidos. ¿Y dónde. Por dónde los flancos, el aliento, mi caer de 40 años buscándome?


A la sombra de esta nieve forzada, el moral abre la reflexión, las cuerdas de un instrumento al que he tocado demasiado, digamos. O. Por decoro. Las Máximas, la belleza que heredan las hijas de su madre. O. El amargor anticipado de los berros atados. O. Me inclino porque esta tarde se ve tan hermosa y ante este reguero me atrevo en la nieve a compadecer como pulsador: brevedad y repugnancia entre estas ranuras del blanco.

viernes, 22 de diciembre de 2017

ESPONTÁNEAS (53, 54, 55, 56)

Alberto Datas Panero


53
Quise todo el día llegar y no hacer otra cosa que estar en el coseno. Y escucharte. Y lo sabes. Con esa misma intensidad la tangente me alejó.

54
A qué me sumo. A Los Murmullos. A Las Orejas. Ahora, a Las Bachianas Brasileiras del Abismo. Y acuden estos pajes del infierno que me sirven cáscaras duras y carnes menos rojas que ayer.

55
Sin abreviar. Todavía aquella península sabe a papaya. Mientras. Se escuchan los chicotes romper en sus orillas en tocatas doppelganger.

56
Historia breve. Duermo debajo de un arbusto que no deja de arder. Y en el más oscuro divertículo duerme una serpiente con el nombre de Isabel. 

jueves, 21 de diciembre de 2017

La octava vela


Miguel Torga

La angustia enciende en el januquiá la octava vela. El aceite crea su grosor, desvelo la media hora, y luego los chicos pican, por un buen rato, el baloncesto en el patio de la escuela. Yo. Pongo la sopa que hice de pescuezo de vaca, papas, y boniato coreano. Disuelto el apio, como el ajo, se vuelve dulce. Hasta hago un gesto y me baño. Pues, decido no responder a las hijas y sus melindres y llamadas de urgencias y costillares. Reculando por Netflix entrada la noche -afuera viento- llega el correo de un amigo. Y entre las memorias encuentro a Rodríguez, Carlos, ya muerto desde el 01. Y masco, entre mis muertos libros, el muerto de él. Frustrado espero buscarlo otro día. Sisado peso La Biblioteca, comedón del polvo. La angustia su mucosa, sus tocatas doppelganger. Me bajo: y lo posible y lo entreverado en portugués: un riachuelo hasta Torga. Aquello del reverso o el rostro y García Vega. Casi en su canana la rapidez para desfundar esto por todos mis agujeros. Me guindan, al fin y al cabo, campanas de incertidumbres. Pero. Uno a las llamas del infierno le pone alarma. Y cierra el libro.