Nísperos y un pájaro de montaña (Anónimo) Dinastía Song del Sur (1127-1279) |
(Hace
un rato)
A
estas horas los nísperos están lejos. Sus soldadas cáscaras, romeros, en algún
canto se extienden ombligadas. Cree, cada vez que les da un corte (imaginario) la razón
de la doblez le reactiva para seguir hasta el cuarto y allí dormir. Sin
embargo, julio le parece septiembre. Por las rendijas un insomnio. Ruptura tal,
no sabe, de verdad, si mañana quisiera repetirse para tener que encajarse en la
queja. Esto – y pone lo escrito aquí- no se excusa. Por mucho que en letanías
o acercamientos espeje, los nísperos seguirán en ese espacio, setas de sus
conciencias, naranjas negras.
(Posiblemente
mañana)
A
esta hora colgado, soberbio. Verso encabellado. El tupé- ayer- hacia los nísperos.
Repone ganas -ha visto en la lejanía de esos ojos su rastro hacerse demonio. La
camisa arrugada y la panza en medio, tensa, cerveza, artesanía. Y ajustado el ministerio
de sus sufragios. O. Andamio, huerta en el culo los gusanos que le trepan. No
dejan, y lo dice sin ninguna vergüenza, de trepar, día y noche, ese calendario,
fugas de mierdas, y otros ponderadores detalles prolijos. Poco de cabecera y
flojo ante Danilo Kis, y más bien un proverbio lejos de China, pone –tongas- en
ese montón borrador. Asumiéndolo está, vaya, casi se lo cree, aunque los nísperos
lejanos.
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