Cuando en los primeros días de febrero se rompe sobre la ciudad el olor a pescado frito, la demencia en los geriátricos se revela en las babas del encuentro con el recuerdo. Tal vez, en una tangente, los restos de las apelaciones del aparato digestivo y donde La Ballena de Jonás prefirió suicidarse sean la suma a una respuesta que por los techos arriba.
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Crecen sin nombres en el patio los yuyos. Por lo menos, lo innombrable aprovecha escurrirse según la temporada, flanquear contra las paredes, agarrase de las cercas, desacreditar el motivo de lo incógnito, plantarse en solitario. Y, cómo no, también puede darse el lujo de unas vacaciones personales.
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