A punto de doblar
el espinazo,
también la
ciudad (cretina),
incluso las
casas, la hilandería de la lluvia
arruina al
sacabuchista, oleaje pulmonar, antes que pueda secarse los ojos, cerrar los ojos, en vez de callar. Basso continuo,
engulle el
resto en su transporte la borrasca,
enormes e
hinchados bizantinos, transparencias del dromón.
Una fogata de
incendiaria idolatría por los tragantes escurre el viento.
Como caz de una
vejiga ha dejado de gotear.
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