Vincent Van Gogh, Recolectando aceitunas |
Si las besara y
dejara una mancha blanca. El insípido desquite, truco esquivo, de un cuadro de
LUZ. {Las tetas} de esos olivares, en tanto, excluidas en un desvío del camino,
y la mujer de Pedro, 36 años almazara.
O si pusiérame a jugar
con el tema de esta amputación (arcángeles, american express, puticlubs). Y las
indulgencias, tala, punto, pues ajusto el belfo en una estampida de fricaciones
y expongo mi trasero felpudo a los neones de esta verdad sobre flas cosas donde
los verbos extirpan, y que sin dudas, grillos todos en cueros o en excelsis deo
pronto editan cuan bella fue y silenciosa en el baile la mujer mía,
en vez de haber salido
de allí, el yo sin preceptos, sin excusas para conversar con el número excitante
que le esperaba. Yo que he hecho tan poco, qué puedo decir. En el retozo abundan, ésteres y
estirénicos, animales que copulan en esos cuentos de la niñez,
y, aunque alguna vez pidan traducción, estas cosas suceden y aun se viaja sobre
una tabla semental. Y sin vapor.
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