sábado, 18 de enero de 2014

Palíndromo



De anoche me queda un palíndromo. De las fusas un altercado en el juego terco de un eco.  Vaticinaba, me pareció, había un roce alrededor del cuello y se me doblaba la oreja derecha, recuperar algún éxtasis. Las axilas de Magdalena. Pero, quién es. Por qué esa mujer detrás de un número para invocarla. O. Y. Convocar qué para contaminar pronto mi café.

Los techos han amanecido escarchados. Un retoque, lux superior, por las cortinas del gotear, los ladrillos en el patio recontados en la pared de la escuela, asomo igual, entre las ramas desnudas del moral. Yo, sin camisa, la horma de anoche, otro cuerpo asediado, detrás de tramas e hilos, concordes el ruido de las tijeras haciéndome otra vez a mi tiro y semejanza, me aparezco en la ventana como si una cifra importara.

La lengua, en su pesadez húmeda esta mañana, chasca un ruido: imitando, mi voz lame las axilas de Magdalena. 211 0112.

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