jueves, 9 de enero de 2014

Podando el jardín


Gartenarbeit II (1966) Gerhard Richter



Cómo dejarlo claro sin aturdirle. Pasar la mano de contra ojete y confesar buganvillas por almorranas, y traer el domingo, si así se le ofrece entre frescuras cambiar las sábanas de Martha Stewart, chicharrones y croissants hasta que su aliento y el mío sean vocación rival. Después buscaré la excusa, el taparrabo que nos devuelva como socios la carne fláccida y su sabor a pinol, y se engendre mientras vaya subiendo el mediodía, el tintín del hielo en la ginebra, la llama de las partidas por las vencidas, el manubrio de la puerta, su brillo de circo y bronce, y pues que sepa, si quiero partir, la vida no puede ser una longaniza en manos torpes. Que afile un cuchillo, si es que impera su lejana menstruación, imprescindible que salgan parejas las rodajas de sus proyectados muslos.  

No hay comentarios: