Vista inesperada de Remedios Varo |
Erase como
si de los recodos la lujuria estirara su falange oxidada y sobre la piel se reventase
en un gallinero de Piñeiro. Le miraba a los ojos toda La Casa. Le ponía talcos,
un toque maestre: copa de cristal rajada, un borde del plato portugués con
lunar blanco, la cremallera de un pantalón trabada en su escalera, y desde la
cual llega el ruido de una escoba que barre sin barrer. O. Erase como de las
espurias el movimiento, y en su inversión, percatara La Asunción de los libros trabándose
en las maderas, repitiendo con La Casa la misma historia como un cuerpo
celestial entre sus nudos. O. Erase como un rapto acondicionado por la textura
de los cueros en reposo del sofá, la misma sala, en medio la mesa, y sobre ella
el rectángulo del vidrio, y en él, el cetro como un templo del chan repleto de
osamenta, y florero naranja al lado o cariofilinas.
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