Amor.
Está la Débora que devora. El turno en el asfalto lejos. Su calibre en el rodar
de los autos. Y la litina y la somnolienta laicidad, entrecot, mientras la relación
entre ser y padecer escava y remite, y un pronunciar tiende a la estética y a
la tersidad: amor. La voz es imprecisión. Es revoltillo de hongos a la venta
donde estocan y ella: florete de las algas en tanto y sus huecos son o y rosado
al que quisiera ponerle suasorio nombre antes que me suban el alquiler.
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