22
Aquí no doy más. Me redobla sobre
la formica, verde, esteta de oceánicas pestes la vesícula. Me da para oír el
desierto, carpas, en un órgano sin tráfico.
23
A veces cuando pienso en los
mangos me da la impresión que es como fumar hasta la muerte, morir de un
bombazo en Paris y ni siquiera ser sincero en un pico a la redonda.
24
Y. Te huelo. A la par de una flor
construida tus hojas de savia, fragas tupidas de esos labios por lavar, y el
miembro desalojado (de cualquier buró del mundo) que al estampido de un par de
petardos cae muerto. Y al caer, cede un tallo de alcanfor.
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