El también había visto los álamos moverse.
Excepto que del álamo que cuelga
Puede distinguirse (una fruta crecida) hipercolgante,
Un desperdicio que pudo haber caído de algún
Ángel desairado, y allá abajo, cerca de las raíces,
A su hermano que mira sus heces caer.
Su hermano tan parecido a su padre. En el justo
Momento que lo estrangulaba, le pareció ver
A su padre, suspendido, a una cuarta de un charco
De sangre, que lo alzaba recién nacido.
Le llega el olor de los senos de su madre.
La dulzura de su voz. Lo apresura. Lo salva
Del intenso frío. Lo invade. Y en dos manos
Líquidas se siente ir remotamente hasta la batalla
Donde lo coronarían. Mas, allí no se oye nada.
Sobre la tarde, el flanco azul parece fisgar
Una y otra nube. Formas con formas de grandes
Manos. Una mal formada historia en volutas
Vaporosas que se buscan en el olvido de Turismundo.
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