11 de enero de 2012
Desenredo la nabla. (Dos) mis manos son menos () esta racha salina donde ayer tu cabellera. Hoy un sancocho atragantado de viejos deseos. Mis añejos carcomidos. Malcortes que voy tumbando como si el hacha musical pudiera ponértela otra vez en los labios. Tú sabes. Sabes que prefiero mentir cada vez que puedo sacarme los restos de amores moribundos y los pongo en la cuerda (tensa) donde tu fémur parece quebrarse fácilmente. Y sentir que algo se musicaliza allá dentro. En algún sitio perdido de este apartamento a la deriva. Que a lo sumo, encontrar en la lectura de hoy esa nota rancia, me toca el sobresalto. El olor (el trazo) a grasa de tu cabellera. Y te juro que, mientras te escribo esto, me embarga un sueño incontrolable. A penas puedo abrir los ojos. A penas puedo decirte lo que quise.
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