5 de enero y el 2012
En la pared, a mi derecha, cuelga un afiche de la película Bellissima (LuchinoVisconti). Acuarela. Los labios rojos de la Magnani se aprietan contra la cara de una niña que parece evadirla. La mano derecha de la mujer envuelve a la niña. Parece querer retener o proteger algo que está ya al descubierto. Es un afiche agónico. A la Magnani le cruza un brillo de luz por el cuello. La niña mira (recelosa) en dirección al ventanal como si la amargura la jalara. Es una de esas miradas que siempre he temido.
El brillo entra por las ventanas que tengo frente a mí. Desde aquí, el intrincado tejido de los árboles desnudos me recuerda las orillas definidas de los pantanos. Excepto que aquí estoy en un tercer piso sentado en una mesa y el cielo tiene un azul pálido y las nubes son un brochazo denso que se pierde entre las ramas.
Delante de mí hay tres mesas vacías hasta las ventanas. Cada una tiene 3 sillas. La luz también se refleja en las mesas. Si pudiera no me levantaría de aquí.
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