8.1.1984 (2) Gerhard Richter |
Aparécele por risa un lagarto, un momentillo azucenado, dos cargamentos en las comisuras abriéndose en rojos pespuntes, casi lengua, casi esmalte entre el ruido de un serrucho y el olor a marañón tostado, sin escasez, apenas ácido, luz discreta y dominante, por lo que hubo (en) un gesto al bajar la vista sobre la tensión del bastidor, la ceguera en el dedal, la torpe intimidad propuesta por el mantel de la mesa, en corpiños, detalles, flores de agujeros, cigarras y una mariposa quebrada en el medio de un jarrón sin aza, corta de vuelo, igual que una niña enrojecida por la viruela, a un lado tosiendo, y el anhelo (da igual): si hoy martes habrá café con leche, pan, aceite y sal, y si madre le embalsamará los cabellos con claras aunque el caballito contra la pared le parezca adusto, perplejo, y su crin congelada.
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