Dado que me vio desde la ventanilla del autobús (167) entrar en la cafetería. Dado que al verme hubiera querido bajarse. Dado que el autobús estaba en marcha. Dado que al entrar aguanté la puerta a la mujer con las botas de zorra. Dado que me vio de chaqueta negra, pana, y gorra escocesa. Dado que al girar el cuello tendría que haber visto un rostro (fugaz y dídimo) del archivo de mis rostros. Dado que tuvo que escoger, ese fue al que hubiera saludado. Dado que la hubiera visto, contra mí hubiera aprovechado su brevedad, sus costillas, el momentáneo desquite de su mano. Dado que uno de sus rostros fuera el que ayer estuvo en la vigilia cerca de mi oreja hablando de catar, suponiendo un echappé seguido por dos jeté. Dado que abajo estaría esperándola que como pluma cayera dentro de su propio deseo, e inclinado sobre el plexo de sus latidos, le lamería. Dado que, antes que escapara el momento, me escribió en el teléfono Te acabo de ver entrar en la cafetería y hubiera querido saludarte y decirte cuán cansada estoy. Dado que no vi su mensaje media hora después, supuse no contestarle y quedarme con el incompleto cuerpo que sobre mí – ella- reina e insiste acullá perseguirme.
viernes, 27 de marzo de 2015
El deseoso (Dado)
Dado que me vio desde la ventanilla del autobús (167) entrar en la cafetería. Dado que al verme hubiera querido bajarse. Dado que el autobús estaba en marcha. Dado que al entrar aguanté la puerta a la mujer con las botas de zorra. Dado que me vio de chaqueta negra, pana, y gorra escocesa. Dado que al girar el cuello tendría que haber visto un rostro (fugaz y dídimo) del archivo de mis rostros. Dado que tuvo que escoger, ese fue al que hubiera saludado. Dado que la hubiera visto, contra mí hubiera aprovechado su brevedad, sus costillas, el momentáneo desquite de su mano. Dado que uno de sus rostros fuera el que ayer estuvo en la vigilia cerca de mi oreja hablando de catar, suponiendo un echappé seguido por dos jeté. Dado que abajo estaría esperándola que como pluma cayera dentro de su propio deseo, e inclinado sobre el plexo de sus latidos, le lamería. Dado que, antes que escapara el momento, me escribió en el teléfono Te acabo de ver entrar en la cafetería y hubiera querido saludarte y decirte cuán cansada estoy. Dado que no vi su mensaje media hora después, supuse no contestarle y quedarme con el incompleto cuerpo que sobre mí – ella- reina e insiste acullá perseguirme.
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