jueves, 5 de mayo de 2016

De pugna contra Faunos


En dos cascos hubo cuatro patas, fin de un cabo el rabo, cuernos enroscados, a un castigo parecido, equívocos y ovidianos. Alentados por inmejorables yerbas, orejas entregadas al tinnitus más allá de Apolo, el hocico rastreó a quienes seducidos por los idus de febrero una mota de pieles entretejieron gigantescos falos como un sueño donde entraban impunes y sin reservas hasta India. Por campos, por aire, por jazzistas. Querían mujeres. Querían ser poetas de saturninos versos. Ebrios. Alegres. Querían permitirse el lujo de entrar en nuestro infierno. Hubo, en todo caso, que fabularlos. Y sobre todo, exterminarlos.

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