Aparato digestivo para colorear. Autor: Maureen |
19 de marzo y el 2012
Comiscar. Agarres y tensiones. La mandíbula, atada a una gran tripa, se empeña en desenrollar el fraseo. Una estrategia de dientimellado desacierto serrucha en los aires la materia. Aquello de un principio rastreador, gris y pesado, agazapado en el sueño. Y. O. El queso que nunca cuaja en el suero. La aguja que no pincha el folículo. La carne indigerible como un pródromo en la lengua. Algo ahí. De rufián que se engolfa en el paladar y no logra responder en su atoro. Toda una meta o un reto que empuja. O. Puja en la tolvanera del bolo y la saliva. Como una serpiente de piel de organdí que baja y baja para sepultarse en la voz. Y en las envolturas, el paquete del ser, los pastiches, la gramática burbujeante de los interiores, delatan al Lazarillo del cuerpo, y los tropiezos, compuertas y opilaciones, y el puyazo vertical. Al otro lado, como de aquí a China, la ingravidez de lo que adentro viaja, vuelve, con suerte y después de un café, hecha lémures de muy mal aliento.
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