La corriente.
Antes que cambie si por las tripas anda. Ojo. Una moza de exageradas tetas. Habría que imaginarse una
línea de ropas recién colgadas, donde juega el tropo, casi luz, risa, y, exultada,
se desnuda. Porque desde que tiene distancia, y desde que se sabe que viene,
pega con su bordón, avisa a paso marcado. Dónde. Peor, por dónde. Con un coro
tipo Beach Boys. Un reflujo con camisa de palmeras (azules y fraude) amaga; y echando
de menos a sus íntimos ácidos se agolpa sin rastros ni membranas. O. Mejor. Es
de noche y nada, allá adentro, en ese pozo de sus intensiones, se puede
describir ni estimular, añadir, borrar, aun echándole púrpura. Hay que tener en
cuenta y se debe andar atento, dos ofensas como ley detesta la corriente. Otra
corriente cuando se detiene. Y. Una casa con ventanas abiertas igual que un
orificio humano.
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