Frente a las ventanas, la línea de los cedros no es otra cosa que la maraña de pérdidas, aguas en un resistente enrollo de caídas y espacios.
La niebla y la mañana. La tecla espesa de lo
gris rebosado. Detrás. Se desplazan los autos de este a oeste. Tras ellos un
hilo quirúrgico zurce el agujero, se registra si el valor de este confín tiene algún
adjetivo a la derecha de los verbos.
Allá, quizás por debajo. O. Y. A un lado de sus propias palabras se funde la gente en el asfalto sin que se escuche a nadie denunciar lo que se encima.
Lo que aparenta ser materias sobre la
trayectoria, cabezas, como seres, se deforma en nubes, en frutas desabridas, en
una extensísima industria la pauta del vidrio, y este momento. Y si giraran, si llegara la iluminación,
mejores palabras en un orden posible para corregir todo esto que se distancia?
Inercias y fricciones. Retazos. Se levanta la
ceguera. Se arma el orden en un estado de muerte inasimilada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario