Bach y la familia |
Troca la ripia el cordel de los sonidos.
Desde el órgano, tenue el filtro donde estuvieron las acacias, se remite a la
fuente donde el agua salpica y desborda una mancha.
Se levanta la mañana y hace un nudo. En
varias ramas del moral el trillo de las luces se entromete con el viento que
se ha levantado hace media hora, y no permite al gorrión verme espiándole desde
la ventana.
La gata Rafaela atraviesa el patio. El collar
de su parda esencia tampoco le permite el lujo de ser amiga de nadie. Cuida de
su esplendor y sus crías. Se pierde en la sombra de un paraguas o y en la
sonrisa de lo inesperado.
En el ángulo del techo queda aguantándose el
abismo. Creo, suspenso, allí, en una hoja, resiste. Noviembre no fue suficiente.
Ahora diciembre, quiebra, al calor de lo efuso, se tuerce, reticente, la hoja
Arriagada al vértigo.
Bach. Cantata 79. La confundo con una sierra
nevada. Un eco confina hacia adentro, sobre los muebles pesados, temblorosos.
Las cortinas, por donde quisiera que la luz diera forma a estos tarecos, descienden
por filtrados polvos. Esta repetición indomable, caquexia, contrapunto, puja-
ágil- el viento del oboe, troncha una voz por encima del moral. Y no identifico
mi dolor.
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