15 de febrero y el 2011
Ya. Filo o contacto. Esta vez al borde de una losa portuguesa. Un estado de gracia. Esto también lo pueden pintar de rojo. Y darle forma de corazón. (No estoy seguro por qué un corazón. ¿Qué pasa con el estómago? Trate de vivir con el estómago jodido y ya verá.) O. Y. Poner a los gorditos de óleos, trepados en algún tejado del mimo o en un gajo de la petulancia, con el carcaj cargado. Y si fuera por mí, los bajaba a pedradas. Para que no jodan.
Después del arrebato de rojos de ayer, el residuo es una punzada en el medio del estómago. Un centelleo de alas me traspasa pensando que es una flecha. Algo parecido. Una vez más, me amarro el silencio como una horca. O. ¿Será el ombligo de mi madre que jalonea?
Espérate. Al borde de este día como en un restaurante con diez hombres que tienen la vista clavada en sus platos. Y tal vez tengan esos platos un color importante y no lo percibo.
Estoy seguro que le sigue nexium con una copa de tinto. También voy a poner el Danzón Número 2 de Arturo Márquez.
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