20 de abril del 2011
Así. De repente. La pregunta. Se tuerce. ¿Se baja y se sube? Y lo que queda en la lija del tiempo es ese guayo que desprende la cal y deja expuesta una gran estructura ósea. Vuelvo a mirar. Y aquí parece que todo está perdido. Una, dos veces. O. Y. Que todo está por encontrarse. Una, dos veces.
No sé que perdura. La gente se arrima contra las sombras y detrás de las columnas. No sé. Yo no sé distinguir (encandilado) ciertas cosas que se dan hacia arriba y hacia abajo. ¿Hacia donde La Calzada, con su olor a nafta cruda, se encuentra con su pulmón enalbado por el sol?
Y según paso, pasan las columnas, los portones y terrazas. Se queda la mitad de la duda. Y queda atrás el justo momento cuando la muchacha cruza la calle y transfiere su cartera de una cadera a otra en lo que los autos transitan en segunda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario