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Tengo la piel podrida. Ya no es la persecución del leopardo. Ya no es la filoxera. Ya no es [a, b] un intervalo cerrado.
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El cielo de la boca. La luminosidad de especias desconocidas. Me maravilla esa lámpara donde uno no sabe dónde poner el dedo.
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La curva imaginaria de las máquinas contiene algunas esperanzas. Ese cuerpo imaginario al borde de zarpar. Esos aires recargados de los aceites de la miseria.
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El ruido de los papeles al doblarse. Me quedo quieto y espero. Está por llegar el quilo a la cisterna de Pecquet.
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Dos tegenarias decidieron amarse sobre mi muslo. Saqué el iphone. Y. Apunté. Para eso están los paparazzi.
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