16 de febrero y el 2012
La ventana. El tronco verde de un cedro. Ha crecido torcido y sus ramas superiores han creado una copa de extremidades. Una maraña. Frente al ventanal, en las mesas, hay cinco jóvenes (adormecidos) escuchando música. Cada uno con su propio aparato. Como Apple manda. La sala es amplia, pero es un espacio en blanco con silencio blanco y paredes azules. Quiero decir que se parece a una sala de espera donde el futuro amasa sus apariencias con mucha cautela. ¿Será? Esto podría ser, mirándolo bien, una sala de una escuela llena de optimismos. Cinco jóvenes escuchando música en los audífonos sin que nadie sospeche ni levante alarma ni los moleste. O. Y. Si uno lo prefiere, la sala, está en una estación de autobús cualquiera, a las primeras horas de la mañana, cuando todavía hay eco, y tiene un ventanal de esos por donde se puede ver, desde adentro, el lado opuesto de la calle. Allí, en un pequeño parque, hay un cedro con el tronco verde. Este ha crecido con sus ramas alborotadas al lado de un banco, donde un viejo está sentado y mira, a su derecha, el tránsito de la mañana.
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