Fray Luis. La albarrada de seco orden y bozal en las palabras (estiradas). El pie remite, con su contaminación, la botilla del camino. El peniche, en un recodo del Huécar, su pasar verde oscuro, contra los espejos del cielo mitiga. Luenga paciencia necesita la mitosis y las navajas de las urracas. Fray Luis espera. En el hervor del guiso musita unos versos. Esos ejes para que se disparen sin negar ni amagar.
En el ápside. La verruga del campanario. Aquella curiosidad que redobla en la golondrina lo veloz. La tutela de las sogas cuelga en el paisaje tostado. ¿Cómo poner el índice cuando (apenas) el sol remata las traiciones? Fray Luis inclina la barbilla.
Dentro del Cantar: el agua en el cántaro. Lo remoto con su hueco permanente. Salmodiar con las manos los jugos de las perdices. El harto aliento de las recetas agustinas se va traduciendo para reemplazar la vulgaridad. Fray Luis se chupa, uno a uno, los dedos.
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