Que
ver no veo y quisiera más. Trocar. Pero no desligarme. Entrar de lado y ver,
aunque menos, prever riscas y alternativas. Adyacer por recuperar, y jamás admitir. Tal maquinaria equiparar intermitente
imprecisión. Raspar y ligar la marea debajo en la voz (la tuya) y asfixias en abordes
de tenor rossiniano, sigilosos ambos en la marcha de números digitales,
acusados pestañeos cuando se desliza el negro tras el verde en la ilusión. Me
aferro como una ardilla a esta arrugada, negra, y rotunda corteza del deseo.
Bajaré, si es necesario, cabeza arriba como hacen los tornillos, hasta más no
poder.
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