Ohne Titel (9. Juni 01), Gerhard Richter |
Detrás de las paredes del cuarto, el serrucho. Rumor de esteras, canecas rodantes, jadeos -será el vecino y la vecina despojando sus martillos, el filo de las tuercas que penetran y dejan el extraño vacío del desgano, un barómetro fundido en la cal o el agua bajando la azotea o la horda de comejenes, cosas donde el exceso reina contra sí mismo? Qué se desmiembra. Detrás de las paredes, el cuarto. Como en el deseo, la estepa del hueco busca su forma, otrora dentadura, mordida. Y. O. Espacio recuperado, funda del regreso, magia hecha Paraíso. Y a pesar de ello, esto es un cuarto en su íntimo desorden. No hay más que fijarse en las columnas de libros. En los nidos de las feosias trémulas entre los excesos de las compras e Isabel. Los 25 sombreros y su decapitado. Es más, las jaibas en los cuatro relojes en la mesa de noche reculan cuando enciendo 60 vatios luz y creo saber dónde cada detalle se acumula. Y por encima de este polvillo en el aire detenido, irresistible, en su cercanía, el serrucho insiste. Divididas y submúltiplas roen mis preguntas técnicas los acúfenos.
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