Retrato de Tio Paquete y Francisco Goya |
La regata me trae en los jarrones de la memoria
las primeras flores de mayo. Vasijas, meses, mares, flores. Con bastón- lejísimo-
jaloneo por el asa uno verde. Lo compré en Hoboken para ponerle ramas de
eucalipto. Batalla aquella contra mis calcetines. Aquel aire insoportable de La
Parálisis. En cuanto a la mar. Hay muchas. A veces emerge una con faro y deja
de ser mar para ser playa. Pero cuando miro hacia el horizonte siempre estoy en
una playa. Y si elimino la playa estoy en un avión, y tan inerme aquello, somete
un color demasiado incierto para ser mar. Y enumero por los años, si es trauma la mar, los viajes por las ranuras de julio y agosto. Algunos rostros
que perdí en esos confines cuando en los bares pedía Todo por la frialdad anónima
de las cervezas. Y cuando hoy caminé por debajo (otra vez) de la magnolia, apareció
la regata. Sin nadie. A la deriva. Allí flotando no había cervezas al lado de los
pétalos regados en el arcén.
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