De ahora en adelante no tendré el quinquenio descuido. Ni alma descompasada-
par que me halle al lado de estas sillas, sin entender por qué hasta aquí he
llegado. A mitad del día pensé que tendría un ejercicio para poder atribuir mi descontento con la incapacidad de este momento
y o yo. Sin embargo, al trote uno sucumbe. A las alondras el tostado del paisaje.
A la campana la horma de la tierra. Al entrar el primer sorbo discuto si había
algo de esplendor y o brillo o si unas simultaneas asperezas me acogían por lo
que no hay que entender. Entonces lo anoto para que su circunstancia no me
aneje: “Es rubia. De frente el antojo baja, hoja por hoja, con fría espina.
Dorsal. La mano espuma. Este estancado (estado) de suavidad se disuelve, rueda
quebradiza. ¿Esto tiene sabor/ O. Es un retrete recreativo el deterioro?”
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